Evan Roberts El Avivamiento de Gales

Evan Roberts puede ser un nombre completamente desconocido para muchos, sin embargo, su vida es un gran ejemplo para la nuestra.

Un tema como este no tiene la intención de exaltar al hombre, sino de mostrar cómo Dios puede bendecirnos y usarnos poderosamente si le buscamos como otros también lo han hecho.

La vida de Evan Roberts

Evan John Roberts nació el 8 de junio de 1878 y murió el 29 de enero de 1951. De los catorce hijos de Henry Roberts y Hannah Edwards, Evan era el noveno.

El ejemplo de sus padres por la palabra de Dios influyó en la vida de Evan Roberts, todo resultó en su profundo anhelo por buscar del Señor.

Evan debía ayudar a su padre en el trabajo minero debido a un accidente que éste sufrió. Con todo el trabajo, siempre tenía una Biblia a su alcance.

De hecho, a un joven como Evan no parecía llamarle la atención las actividades de los demás chicos. Es mas, mientras todos buscaban a las chicas, Evan buscaba a Dios.


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El joven Evan Roberts estuvo un poco más de una década orando y buscando el tan necesitado avivamiento. Y a pesar de su juventud, no desperdiciaba el tiempo en cosas temporales como los chicos de su edad.

El avivamiento

El joven Evan no podía albergar un anhelo más importante que el de buscar a Dios. Tanto así, que algunas de las palabras a un amigo, fueron:

«Vamos a ver el avivamiento más poderoso que Gales haya conocido».

El poderoso avivamiento impactó, además de la iglesia, a toda la sociedad. Un avivamiento que cambió a todos.

Se dice que la criminalidad se redujo de una manera contundente; los cultos se prolongaban, y las páginas de los periódicos relataban lo que estaba pasando.

Así mismo, nadie era indiferente al palpable mover de Dios. Las tabernas ya no tenían clientes, la prostitución parecía un mito y el hambre por la palabra de Dios era urgente. Todos estaban en el culto.

El deseo de Evan Roberts por Dios era tal que no manifestaba afán por acostarse en las noches mientras leía; y desde muy temprano en la madrugada, oraba al menos cuatro horas antes del amanecer.

Cuando predicaba las personas debían llegar a tiempo al culto o nunca encontrarían asiento.

En seis meses cien mil almas llegaron a Cristo.


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