George Whitefield Predicador de Multitudes Biografía

Si queremos mencionar a alguien cuya voz al aire libre transformó vidas, tendremos que hablar de George Whitefield, predicador de multitudes.



¿Quién era George Whitefield?

Whitefield era un hombre tan mortal como cualquiera, pero con un anhelo tan profundo por anunciar las eternas verdades de Dios.

Nacido en Inglaterra el 16 de diciembre de 1714, hijo de Thomas Whitefield y Elizabeth Edwards.

La condición espiritual de las iglesias en tiempos de Whitefield era desalentador. Igualmente, los ministros y creyentes, en lugar de un nuevo nacimiento y una conversión genuina, eran simples religiosos incapaces de producir en las personas un cambio verdadero.

Hasta antes de vivir el encuentro con Dios, George Whitefield pretendía alcanzar la santidad mediante sus propios esfuerzos humanos, de esta forma, ignoraba la obra redentora de Cristo.

Un día mientras leía, pudo comprender en las Sagradas Escrituras acerca de la reconciliación con Dios a través de su Hijo Jesús.

Sus fuertes mensajes fueron el motivo para que las iglesias le cerrarán las puertas, viéndose obligado a predicar al aire libre. Por eso mismo, algunos se distanciaron de él.

Con su capacidad oratoria y problemas respiratorios, Whitefield predicaba a grandes multitudes. Además, tan llenos del poder de Dios eran sus mensajes, que miles acudían a escucharle, y ni siquiera la lluvia los espantaba, permanecían en pie.

Su comunión con Dios

Desde muy temprano, a las 4 de la mañana, se levantaba para comenzar el día hablando con Dios. La oración y lectura de la Biblia era irremplazable.

Por ello, su entrega y servicio al Señor, lo forjaron como instrumento para llevar a muchos esclavos del pecado a la libertad de Cristo.

Entre los años 1730 y 1740, George Whitefield encabezó el avivamiento evangélico que se extendió por Europa y población británica en América.

George Whitefield nunca buscó fama o reconocimiento, de igual modo, su mayor preocupación era la exaltación de Cristo. Tal era su humildad que no permitía que alguna institución llevara su nombre.

Los mensajes no contenían filosofías o sabidurías humanas, sino las verdades más profundas y poderosas que vienen de Dios.

Así mismo, sus palabras más cortantes que espada de dos filos, confrontaba a los oyentes con su vida pecaminosa, exponiendo ante ellos el peligro de la condenación eterna.

En cierta ocasión predicó en la ciudad de Filadelfia, las multitudes eran enormes allí. Sus sermones eran tan reales que las personas empujaban para abrir paso y escuchar sus palabras.

Finalmente, muchas eran las personas que recorrían kilómetros y distancias para oír a aquel hombre incansable que podía predicar hasta seis veces al día.

George Whitefield murió el 30 de septiembre de 1770 en Massachusetts, Estados Unidos, a causa de un asma cardíaco.

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