El testimonio de Jaime Betancourt (ex-loco de la celda 8) es uno de los más impactantes que se ha escuchado.
A pesar de los años que han pasado desde que se contó por primera vez, hoy sigue siendo un testimonio cristiano de gran impacto que muestra que Dios es real, y puede obrar donde el hombre cree imposible.
A eso de las 4-5 de la tarde, en una de las zonas de la ciudad de Guatemala, estaba el hermano chemita orando en su cuarto.
Hermano «chemita» le decían al hermano José María Muñoz. Y dice el hermano chemita que mientras él oraba, dice que el Señor se le reveló…aleluya! Yo no sé si usted cree en las revelaciones.
Dice este siervo que mientras él oraba, la voz de Jesús vino sobre él. La voz audible, Jesús le dijo a este siervo: Hijo mío, quiero que vayas a la clínica para locos mentales porque tengo un trabajo para ti.
El hermano chemita era un hombre especial, hermanos, yo creo que cualquier siervo es especial para el Señor si éste pagó el precio.
El verdadero poder de Dios está de rodillas cuando el hombre se humilla y busca a Dios.
Y aquel hermano era un hombre que obedecía la voz de Dios, porque un príncipe de Dios, tiene que obedecer primero a Dios que a los hombres.
El hermano chema se levantó y encaminó sus pasos hacía aquella clínica para locos mentales.
Dice el hermano chemita, en su mente, él dijo: de seguro Dios quiere que vaya a ver a mi amigo.
Porque el hermano chemita tenía un amigo en esa clínica que era el director de esa clínica, un hermano bautista, Bautistas del Sur, ese hermano era el director de esa clínica.
Y el hermano creía que de seguro el Señor quería que fuera a ver a su amigo. Jamás imaginó, dijo chemita, que tenía que vérselas con ese loco, jamás!
Dice el hermano chemita que a él le gustaba orar por todo el mundo, menos por los locos.
El hermano dice que él llegó a aquella clínica, pero para entrar a la oficina del director de esa clínica, tenía que obligadamente pasar por en medio de las rejas a donde estaban todos los locos.
Él puso su mirada al frente sin ver para los lados. Pero cuando iba pasando frente a la reja número 8, el Señor le dijo: siervo mío, detente, mira a tu mano derecha y observa el loco de la reja número 8.
Puedes dar en play arriba y escuchar el testimonio de Jaime Betancourt.
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